"Estoy harto del silencio porque no me deja dormir, harto de que
se oculte la verdad y de tantos empecinados en ocultarla. Son tiempos para
hablar sin pudor, ni temor, para hablar franco y tener el coraje de decir la
verdad; tiempos para escoger la libertad de palabra sobre la adulación del
esclavo”.
Durante el
año 1983 Michel Foucault dio una serie de conferencias en la Universidad de
Berkeley, dedicadas al coraje necesario para decirlo todo. La editorial Siglo
XXI viene de publicarlas este año bajo el título Discurso y Verdad."
Estoy harto del silencio porque no me deja dormir, harto de
que se oculte la verdad y de tantos empecinados en ocultarla.
Son tiempos para hablar sin pudor, ni temor, para hablar
franco y tener el coraje de decir la verdad; tiempos para escoger la libertad
de palabra sobre la adulación del esclavo.
Durante el año 1983 Michel Foucault dio una serie de
conferencias en la Universidad de Berkeley, dedicadas al coraje necesario para
decirlo todo. La editorial Siglo XXI viene de publicarlas este año bajo el
título Discurso y Verdad.
Se trata de un texto indispensable, sobre todo si uno hace
periodismo, en México y en esta época tan cargada de controversia.
Comienza Foucault argumentando que nadie está obligado a
decirlo todo, pero sí se tiene el deber de hablar con verdad frente a todos
aquellos que se equivocan, tanto más cuando quien propaga el error es el
poderoso.
Expresarse con sinceridad o franqueza nunca es tarea fácil
porque la cobardía, o bien la vergüenza, suelen impedir revelar lo fundamental.
Y, sin embargo, quien aprecia la libertad está obligado a criticar al príncipe
y también al amigo; aún si lo segundo suele ser más difícil que lo primero.
La libertad de palabra es diferencia esencial entre el
esclavo y quien no lo es. Los que perdieron esa libertad es porque se vieron
forzados a someterse a la locura del amo, o quizá eligieron voluntariamente ese
despeñadero.
Entre el poder sin límites y la locura humana hay causalidad
directa; por eso la libertad de palabra debe usarse para combatir la necedad
del poderoso, al tiempo que se conjura la repugnante adulación.
Nadie que aprecie su propia dignidad debe permitirse jugar
el papel del más débil, ni aniquilarse con tal de ganar la benevolencia del
fuerte.
Advierte Michel Foucault que no basta con poseer libertad de
palabra para poder decirlo todo. Además, se requiere honor y reputación para
ser escuchado y luego creído.
Pero ese capital —reputación y honor— no se consigue rápido,
ni fácil.
Puede perderse a gran velocidad y sin muro o barrera que le
contenga; diría Shakespeare, en Sueño de una Noche de Verano, que la confianza
se obtiene milímetro a milímetro y se extravía a kilómetros.
Hoy que la información abunda, y el mal periodismo también,
el honor de ser creído, y la reputación que da el coraje de decir la verdad,
son tesoros apreciados.
Frente a las noticias falsas o fabricadas se requiere más y
mejor periodismo, mayor rigor, más capacidad crítica, más distancia frente al
poder —frente a todas las formas que toma el poder—, también energía y temple
para no ocultar la verdad y confrontar a quien evita verla.
El periodismo tiene todo que ver con la evidencia; es
también gracias a ella que en este oficio se obtiene nombre y se mantiene la
confianza. Por eso el periodismo es investigación o no es periodismo.
Dice Foucault que investigar siempre será un método
imperfecto para aproximarse a la verdad, pero sigue siendo el mejor que
conocemos los seres humanos. Lo demás es propaganda, religión, fe en las
ideologías o pragmatismo ciego.
ZOOM: 2018 no
será un año fácil para quienes ejercemos el periodismo. En el mundo entero el
oficio está en crisis, y México no es excepción. Sólo nos salvará de cometer
errores abrazar con templanza el coraje que se requiere para decirlo todo, y
decirlo con verdad.
Ricardo Raphael
Periodista,
académicoy escritor. Director General del Centro Cultural Universitario
Tlatelolco (UNAM), profesor de asignaturas en el CID y conductor de los
programas Espiral y #Calle11 de Canal 11 …
Fuente:
@ricardomraphael