08 septiembre 2016

La muerte de la fotografía


La muerte de la fotografía tal como la conocemos

Harvey Wang quiere certificar la muerte de la fotografía tal como la conocemos. Ya no volverán los tiempos pasados donde todos teníamos un aparato que servía para hacer fotos. Ahora todos tienen una pequeña máquina plana que hace muchas cosas, entre ellas fotografías. Todos lo conocemos como teléfono móvil. Y para colmo de males es digital.

Durante mis vacaciones, he estado aislado en las montañas, surcando canales abiertos por locos ingenieros del s. XVIII, he tocado el agua del mar bajo las nubes, atravesado la tierra hasta estar debajo de las mismas montañas que vi al principio… y en todos estos momentos me he encontrado con varias personas que me miraban raro por llevar mochila, trípode y dos cámaras. Ellos hacían fotos con el móvil, daban a un botón inexistente (táctil lo llaman algunos) y las enviaban al espacio como si nada, sin pensar detenidamente en lo que hacían.

Porque se ha terminado la época en la que ver las fotos formaba parte de un ritual que incluía comida o merienda, luces apagadas y si el autor era un pesado, bostezos.

Ahora nos envían un link o nos llega una notificación a Facebook para que veamos las fotografías cuándo y cómo queramos. Incluso tenemos la libertad de no verlas. Podemos hacer click, asustarnos por lo que contemplan nuestros ojos y rápidamente marcar Me gusta y continuar viendo FERFOTOblog, por ejemplo. Encima quedamos bien.

Pero volviendo a las máquinas utilizadas, me ha llamado la atención no haber visto (a lo mejor una o dos) ninguna cámara compacta. Ni una IXUS, ni una Coolpix, ni Lumix, ni nada que se le parezca.

En cambio, todo estaba lleno de Galaxy, iPhones y demás. Lo más llamativo para mí ha sido la sinrazón de los que hacen fotos con las tablets. Una vez vi en Madrid, en plena Gran Vía, a un moderno que sacaba su espectacular aparato para plasmar el edificio fetiche de El día de la bestia, pero nunca creí que pudiera volver a ver semejante sinsentido.

La verdad es que la revolución que estamos viviendo le encantaría haberla visto a Niepce, por la asombrosa inmediatez, pero quizás se asustaría ante la aparente sencillez. Ojo, digo aparente, para evitar enfadar a muchos.

Es estupendo que se puedan hacer fotos en cualquier momento y situación con cualquier aparato, pero creo que esta sencillez supone que muchos banalicen el acto fotográfico y piensen, por ejemplo, que se puede echar a toda la plantilla de fotógrafos y dar móviles a los periodistas para que hagan las fotos. Como es tan sencillo…

El ensayo de Harvey Wang
Para generar más polémica sobre el cambio de los tiempos hay un ensayo/documental Del cuarto oscuro a la luz donde critica, con la ayuda de los comentarios de auténticos pesos pesados del siglo XX, como Sally Mann o Elliot Erwitt, que lo digital ha destrozado la fotografía. Elliott Erwitt lo tiene claro:

La película es mucho más trabajosa, de manera que lo piensas dos veces antes de apretar el disparador o de hacer una copia en papel. Con lo digital no necesitas pensar, simplemente disparas como con una metralleta en las manos. Es lo que hace todo el mundo, lo veo a diario. Acabo de recibir unas fotos de la graduación como bachiller de mi nieto. Las fotos las hizo su padre: hay unas cincuenta que son idénticas y todas son malas fotos. Creo que si yo hubiese tomado dos o tres con película serían bastante mejores.



Pero no están tan desencaminados los entrevistados al señalar que en los anuncios hacen creer que cualquiera con una cámara digital puede ser fotógrafo. Confunden a la gente con semejante mentira.

La cámara no hace al fotógrafo
Y es que la cámara no hace al fotógrafo, algo que defenderé hasta la muerte, pero la sociedad, por culpa de la publicidad, piensa que sí. Sólo hay que ver los anuncios de Apple, Sony o Samsung, para que todos pensemos que hacer fotos con sus móviles es sencillo. Y que si no hacemos fotos espectaculares en la India es simplemente porque no tenemos el smartphone que anuncian. No hay ningún otro motivo.


Y todos estamos cayendo como moscas. Dejamos en casa nuestras compactas, algunos hasta sus réflex y nos lanzamos a viajar con un pequeño dispositivo que nos sirve para comunicarnos con el mundo, meterse en internet, jugar al Candy Crush o al Apalabrados y, de paso, hacer fotos. El problema es que al mediodía nos hemos quedado sin batería, pero eso es otra historia.



De vez en cuando, en la montaña o en los pueblos, incluso en el mar, veía a alguien con una bridge (parecían muertas) o una réflex, y nos mirábamos de otra manera, o al menos eso me parecía a mí, que soy un romántico.

Pero lo que más me llamó la atención en este viaje, en el que descubrí la muerte definitiva de las compactas, fue un chico silencioso que llevaba al hombro un aparato que ninguno de los 11 amigos con los que iba conocía.

Una máquina cuadrada, negra y austera sin pantalla alguna. De alguna manera me emocioné, y aunque me hubiera gustado hablar con él, no me atreví. Temía que, al verme con mi digital, él me mirará con pena, como si fuera un loco insensible que ha caído en las redes de la modernidad. Y eso que sé que los que llevan una Hasselblad 503 no son mejores que cualquiera que lleve un móvil. Pero su locura impone respeto, que queréis que os diga.


Fuente: http://www.ferfoto.es/ferfotoblog/fotograficamente-hablando/la-muerte-de-la-fotografia-tal-como-la-conocemos/ 

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