21 mayo 2013




 
Muere atropellado en Sonora ciclista Mauro Talini, diabético que recorría América con mensaje de esperanza

Mauro Talini ciclista diabético originario de Viareggio, Italia murió la tarde del pasado lunes luego de ser arrollado por un camión de carga cerca de Trincheras. Talini estaba cruzando el continente americano para llevar un mensaje de esperanza y fortaleza a quienes viven con su misma condición de salud.

“La diabetes no es un impedimento, sino una amiga, una compañera de vida que te permite conocer tu cuerpo y retarlo”, aseguraba el ciclista italiano que vivía con diabetes tipo 1.

Luego de ser avisados sobre el cuerpo de una persona encontrada sin vida a un lado de la cinta asfáltica, las autoridades confirmaron la muerte del italiano.

El ciclista había iniciado su reto el 1 de enero del presente año, partiendo de la ciudad argentina de Ushuaia, su objetivo recorrer 25 mil kilómetros hasta Prudhoe Bay en Alaska, Estados Unidos. Tenía programado culminar la hazaña a finales del mes de julio.
http://elrayosonora.com/vernoticias.php?artids=16551&categoria=52




Mauro Talini y Richard Swanson realizaban viajes similares a lo largo del continente americano.
Uno en bici y otro a pie.

Pasó Mauro Talini (Viareggio, Italia, 1973- Sonora, México 2013) por donde unos minutos antes hubo una balacera. No le importaba más que cumplir su objetivo en el poblado de Trincheras, una tierra seca donde la sangre se pega al suelo de inmediato. Ese día, el lunes inesperado (13 de mayo), camino rumbo al desierto de Altar, se sentía mucho viento y esto le preocupaba porque estaba ya a pocos kilómetros de llegar a la frontera con Estados Unidos.

Mauro Talini tenía 40 años, 29 de ellos luchando con la diabetes. Encontró esta forma de motivarse ante la vida y arengar a otros enfermos a no desistir. Se trepó varias veces en una bicicleta y comenzó a pedalear por Europa, incluso alcanzó a participar en el Giro de Italia del 2004. Su mayor ruta fue la que le llevó de Bolivia a Argentina cumpliendo nueve mil 286 kilómetros hace tres años. Era su forma silenciosa y solitaria de comunicarse con el mundo, de hablar desde el punto de vista de un diabético que no teme al futuro.

Decidió cumplir este año 25 mil kilómetros desde Tierra del Fuego, en Ushuaia, conocido como El fin del mundo, hasta Alaska, convirtiendo el sueño en su gran reto personal. Sus amistades en diferentes blogs dijeron que nunca lo habían visto tan eufórico. Su bicicleta como su cuerpo terminaron borrados por un camión de carga en Trincheras, Sonora. Su sangre, pegada a la tierra seca.

En lugar de llevar cronómetro, Talini se amoldaba al glucómetro todo el tiempo. “Mi nivel de azúcar es excelente, lo malo es que hay mucho viento y tengo que racionar la comida”, escribió una noche antes desde su tienda de campaña.

Ahora, en el kilómetro 39 de la carretera de Santa Ana a Altar, hay una cruz de metal y una bicicleta blanca con una placa conmemorativa que dice su nombre. Su hermano, Massimo, que viajó a recoger el cadáver, manifestó que “los mexicanos no deberían sentirse culpables porque murió aquí, pudo haber sido en cualquier lugar. Quizá pasó para que su mensaje llegara a más gente”. El conductor del camión sigue prófugo.

Mauro Talini no pasó el año nuevo reciente con su familia en Lucca, ciudad de la Toscana. En lugar de eso estaba en El fin del mundo, en la Patagonia, para salir por pedales cuando amaneciera el 2013. Nada parecía detenerlo, ni la diabetes tipo uno que evitaba que su páncreas produjera insulina, ni sus limitaciones para llevar una vida completamente normal. Tampoco el clima de Ushuaia ni el calor del desierto de Chile pudieron con él. Pensaba llegar a San Diego el 25 de mayo y a Alaska el 30 de julio.

Testigos aseguraron que el camión se descontroló del carril cerca de donde pedaleaba Talini y que en su intento por frenar, lo arrastró unos 30 metros por el asfalto. El conductor jamás se bajó de la unidad y de inmediato aceleró en su huida. El cuerpo del ciclista fue llevado al servicio forense y la activista en derechos humanos, Araceli Celaya, dio seguimiento al caso pidiendo por redes sociales encontrar a los familiares para el reclamo del cuerpo.

La diabetes se convirtió para Mauro Talini en el motor de su vida. Primero renegó y maldijo hacia el cielo. “No sabes cómo controlarla, se te cierran los ojos y te cansas sólo de respirar. Después, aceptando todo y con disciplina, se transforma en una forma de sobrevivencia”.

Bajo el lema de “la diabetes no pone límites” trabajaba en un albergue y aun con la enfermedad trató de jugar futbol. Sin embargo, su verdadero reto estaba en el Giro de Italia, pues si podía demostrar que un diabético terminaba la carrera, era señal para todo el mundo de que siempre hay esperanza de continuar adelante.

Era un profundo creyente de la religión católica y le gustaba hacer plática amable con las personas que se encontraba en los pocos lugares donde comía. En Italia se convirtió en un ejemplo de vida digna y entusiasmo por vivir cada día.

El proyecto de avanzar desde Tierra del Fuego a Alaska lo denominó: “Una bici, miles de esperanzas”. Creía que el mensaje llegaría tarde o temprano a millones de personas que sufren con la diabetes. Pedaleaba casi sin descanso en su bicicleta roja manchada de polvo y lodo que llevaba una antena donde coleccionaba pequeñas banderas de los países transitados.

En Guasave poco antes de que pasara un ciclista italiano, una fuerte balacera desató la histeria por las patrullas chamuscadas y las movilizaciones policiacas. En su camino, Talini seguramente encontró sangre en el piso, un rato después, se detuvo su andar.

“Mauro continúa pedaleando desde el cielo”, colgaron en Facebook sus amistades. Lo último que puso antes de morir en Trincheras, Sonora, fue: “ciao, hasta luego”.

La historia de Richard Swanson El reporte policiaco decía: “hombre atropellado en la Carretera 101, en la costa de Oregon. Piel blanca, cabello rubio y de unos 40 años de edad. Trae consigo una identificación: su nombre es Richard Swanson. Es de Seattle”.

El hombre fue encontrado a un lado de la carretera, todavía con vida. A unos metros un balón azul, una pequeña cámara de video y una mochila de excursionista. Una camioneta Nissan 95 había sido detenida, cuyo conductor -un hombre de 52 años- reconocía horas más tarde haber cometido el accidente.

Entre los documentos de Richard había material que mencionaba el nombre de una página (breakawaybrazil.com) y en ella se encontraría la razón por la que Richard Swanson caminaba en solitario, grabando algunos videos como testimonios de un largo viaje que detendría sus pasos –y un balón azul- en pleno Mundial de Brasil 2014. El destino lo detuvo demasiado pronto.

Richard tenía 42 años de edad y un hijo llamado Devin. El desempleo lo tenía preocupado y con las ganas de hacer algo que motivara su vida. Había sido investigador privado y luego diseñador gráfico. De pronto le surgió la idea de recorrer un largo viaje hasta Sao Paulo, Brasil. Llegar, quizá, en tiempos del Mundial deFutbol y a la vez lograr algo altruista. Entonces contactó con la organización One World Futbol Project, asentada en Berkeley, California, cuya labor altruista es donar balones azules, de larga duración, a comunidades en países en desarrollo.

En la página de Richard apareció el lema “Un hombre, un balón, diez mil millas”. La misma leyenda que Swanson tenía plasmada en su camiseta, aquel 1 de mayo cuando comenzó su aventura. “Hola, soy Richard Swanson y te invito a recorrer diez mil millas (16 mil kilómetros) de Seattle hasta Brasil, pasando por 11 países”, decía en su blog, así como en Facebook y Twitter. Pronto tendría más de cinco mil seguidores en la web, quienes mandaban comentarios al aventurero.

Swanson comenzó a subir videos en los que se le miraba por las carreteras y pateando, de vez en cuando, el balón azul. Invitaba a los cibernautas a comprar balones de esta empresa, ya que “por cada balón azul comprado, One World Futbol Project donará otro para los niños de comunidades pobres”. También solicitaba alojamiento. ++++++++++++++ Entonces comenzó el fenómeno llamado Richard Swanson, aquel viajero estadunidense que pateaba un balón azul rumbo a Brasil y cuyos videos comenzaron a mirarse como pequeños episodios de un reality en el que un hombre se acercaría a comunidades pobres. Sería una aventura extensa, en la que el territorio mexicano estaba próximo a aparecer en las breves cápsulas del caminante y el balón.

El domingo 19 de mayo Richard cumpliría 43 años, por lo que Mike Claasen tenía planeada una fiesta sorpresa en Bandon City (pueblo por el que pasaría Richard, el día de su cumpleaños). Mike era uno de los más de cinco mil seguidores y quería agasajarlo durante su recorrido. Richard ya no llegó a Bandon City.

El pasado martes, Swanson llegaba a Lincoln City, Oregon, se metía al mar con todo y balón azul y grababa un video en el que se mostraba contento de sumar 400 millas, de un viaje que terminaría hasta el 2014, en plena efervescencia futbolística. “Hola, finalmente estoy en la playa, muy emocionado de meterme al agua y patear el balón. Oh, mi Dios, está helada. Nos vemos más tarde...”.

Fue el último de los videos que Richard subió a su página y a Facebook. Un par de horas más tarde el teniente Jerry Palmer informaba que un hombre rubio había sido atropellado en la Carretera 101, en la costa de Oregon. El hombre moriría rumbo al hospital.

La página breakawaybrazil.com fue borrada de internet, aunque el Facebook mantiene el perfil de Richard Swanson. En él, decenas de seguidores del aventurero atropellado han mandado frases y condolencias para la familia de Richard.

Lisa Tarver, directora de operaciones de One World Futbol Project, manifestó en un comunicado: “Estamos profundamente entristecidos tras enterarnos de la muerte de Richard. Era un hombre muy inspirador que en muy poco tiempo se acercó, a su manera, a muchas vidas. Nuestros pensamientos están con su familia”.

Sus seguidores y seres queridos están buscando el apoyo para que Richard Swanson cumpla, de manera simbólica, su viaje a Sao Paulo, Brasil. Pretenden que el próximo 12 de junio de 2014, cuando arranque el Mundial de Futbol, sea el balón azul que pateaba Richard el que empiece a rodar en una cancha brasileña.

Por lo pronto Devin Swanson, hijo de Richard, publicó un mensaje en el Facebook de su padre: “Algún día... continuaré el viaje en tu nombre”.